Como era de esperarse, las elecciones federales de este año han alborotado la gallera tricolor. Devotos de las encuestas, sienten que hay una gran cantidad de curules esperándolos. Así pues, todos, gallos y pollos, giros y colorados y las mezclas que se dan entre ellos, se sienten con espolones para ocupar un sitio privilegiado en San Lázaro. Envalentonados y sin árbitro presidencial de por medio, mientras las cúpulas partidistas (Beatriz, Emilio, Manlio, gobernadores, exgobernadores, dirigentes estatales, etc.) quieren meter mano para asignar cuotas y posicionar a sus grupos con miras a 2012, la gran mayoría de los suspirantes intenta hacer valer como legítimas sus aspiraciones. Se ven a sí mismos con el triunfo en la bolsa y como la primera mayoría en el congreso. No obstante, para que así suceda, la unidad y la disciplina tricolor, haciendo caso omiso de traidores e infiltrados, deberán someterse a la dura prueba de la nominación de las candidaturas. Entonces, pudiera ocurrir que del plato a la boca… se cae la sopa. Ojalá.
De cumplirse los vaticinios de las encuestas y las apetencias de los tricolores, cabe preguntarse, como ya lo han hecho algunos analistas de la prensa nacional ¿Después de nueve años de perder el poder, cuál PRI retornaría a ocupar el papel protagónico en la política nacional? ¿Un PRI renovado, transformado? ¿Uno que se sitúa a la altura de las circunstancias que requiere la sociedad mexicana? ¿O el PRI que todos conocemos y padecemos?
Para la profesora Soledad Loaeza, investigadora de ciencia política en El Colegio de México, y autora del libro Clases medias y política en México, el retorno del PRI sería una regresión oscurantista y desestabilizadora. En su más reciente colaboración para el diario La Jornada, señala que los tricolores no sólo no han cambiado ni tantito, sino que han contaminado, envenenado a las otras instituciones partidistas. Con su mirada objetiva, de científica social, la investigadora afirma que: “Su partido es el mismo de antes de 2000; las caras son las mismas, incluso entre los más jóvenes, que en lugar de abrir las ventanas, sacudir y barrer la casa, se han limitado a asumir los usos y costumbres de sus mayores, y ahora se les parecen tanto que son viejos prematuros”. Y por si fuera poco, agrega certeramente: “Tampoco han variado las prácticas de los priístas; peor que eso, el clientelismo y el patrimonialismo que en el pasado representaban la imagen de marca del PRI, hoy en día son recursos generales a los que acuden todos los partidos.”
Por su parte, para el periodista Salvador García Soto, autor de la columna Serpientes y escaleras, no hay vuelta de hoja, no hay que buscarle tres pies al gato, pues afirma: “¿Cuál PRI volverá? ¿El de siempre?… Ni hablar; al final los priístas son y serán los mismos de siempre”. ¡Los mismos de siempre! ¿Más claro? Tan claro como el hielo de la pista de patinaje municipal.
De los mismos viejos rostros y las mismas viejas máscaras, de los mismos jóvenes que envejecen precoz y aceleradamente con viejas y nuevas mañas (y lo peor de todo, mal agradecidos y chantajistas con su alma mater), de los mismos usos y costumbres, de las mismas y viejas prácticas clientelistas y patrimonialistas, de las mismas y viejas triquiñuelas políticas tricolores, de todo eso y más, sabemos, conocemos y padecemos en Asunción de Tierracaliente. No quieren y no pueden cambiar, lo llevan en los genes, son genéticamente arcaicos, jurásicos.
Pero una cosa es que los tricolores sean los mismos de siempre o que quieran cambiar su genética política, y otra muy distinta es que regresen a ejercer hegemónicamente el poder. Este último escenario depende de la participación ciudadana. Si la ciudadanía acude a las urnas con la desmemoria política a cuestas, alentada por la inmediatez de las promesas y las despensas de siempre, con los mismos viejos rollos de siempre, sin razonar su sufragio, sin poner en la balanza logros y resultados, si olvida las recurrentes crisis económicas (1976, 1982, 1988, 1994), la privatización del agua, la catástrofe educativa, el abandono del campo, el rescate bancario, el desempleo, la inflación, los endeudamientos, el aumento al predial, la inseguridad, la delincuencia organizada, la corrupción, etc., entonces tendríamos el estrepitoso y funesto retorno del mismo partido tricolor de siempre, el que usted y yo conocemos y hemos padecido todos los días. Estaríamos haciendo de los políticos tricolores versiones aldeanas del Dr. Simi, pero al revés: lo mismo de siempre, sólo que más caro.
Pilón. “La política es el arte de impedir a la gente que se meta en lo que le concierne”, P. Valéry.