Como la noche de los cuchillos largos, la mañana del lunes 29 de diciembre en el congreso local de Asunción de Tierracaliente, fue una mañana de puñales, una mañana de traiciones. Legislar es ante todo traicionar.
Con una farsa bien montada pero mal actuada, los diputados del tricolor maniobraron para aprobar los endeudamientos hasta por 690 millones de pesos, solicitados por las pandillas del Marista que regentean las vecindades de la Plaza de la Patria. Préstamos que sumados a los 200 millones autorizados este año a la casa chica, más los mil quinientos a la casa grande el año pasado, suman en total 2 mil 390 millones de pesos de deuda pública, deuda del pueblo, es decir, suya y mía.
A partir de 2009, usted tiene una deuda más, la parte proporcional que le corresponde de la deuda pública. Preocúpese, pues usted no gana lo que gana el gobernador ni gana lo que ganan los diputados, ni gana sobresueldo por riesgo laboral ni bono de fin de año, ni le pagan viáticos o gastos de representación. Usted si tiene que pagar de su bolsillo la manutención completa suya y de su familia. Usted no es un zángano. Preocúpese, pues no van a desviar recursos del erario público para apoyar su economía, a menos que usted sea accionista del equipo de futbol que nos llena de bostezos el fin de semana. Preocúpese, no es una broma de mal gusto por el día de los inocentes, se trata de un acto altruista de los legisladores priístas que así le quieren agradecer su voto del 2007.
Dinosaurios y bebesaurios juntos, recuerdo haberlos visto en 2007, allá por las colonias populares del Oriente y Sur de la ciudad, con sus camisas y cachuchas rojas, modositos todos ellos, dándose baños de pueblo en los tianguis y mercados, en los mítines, en los cruceros de las calles y avenidas, casa por casa, arrepentidos de sus pecados del pasado, dándose golpes de pecho, con lágrimas de cocodrilo en el rostro, decían compungidos: “hemos aprendido la lección”. Buscaban los votos perdidos en las elecciones pasadas. La decepción es mala consejera y para mala fortuna ciudadana, los encontraron, no muchos pero si los suficientes para estar otra vez ahí, donde hay, en el erario público.
Los volví a ver el lunes, en el recinto del congreso de mi pueblo, sólo que ahora estaban bien trajeados y encorbatados, oliendo a loción barata, sonrientes y soberbios, pulcros no, pero sí satisfechos de sí mismos. No iban solos, iban acompañados por la Traición, esa antigua amante de los políticos que se exhibía en toda su deslumbrante desnudez. ¡Viva la traición!
Pilón: “entre traición y elección se establece un equilibrio frágil con el cual los políticos no pueden jugar impunemente”, Denis Jeambar e Yves Roucaute.