Todo cambio histórico surge tras la inclusión de los excluidos, en el movimiento de los de abajo que van por los de arriba, con lo que se comprende la necesidad que la sociedad guardaba por manifestarse libre y activamente. La revolución llegó y lejos de ser un torrente virulento ha sido un despertar de conciencias.
Desde aquel “viernes negro” como se le podría denominar para Peña Nieto su visita a la Iberoamericana, las cosas han cambiado radicalmente, han surgido movilizaciones distintas todas bajo el ímpetu de los jóvenes quienes si bien no recuerdan los gobiernos del viejo PRI, si saben que este partido representa un sistema arcaico, autoritario y fallido para efectos democráticos.
Los requisitos para la vuelta del viejo régimen político se estaban cumpliendo a la perfección, cada pieza estaba en su lugar y la maquinaria funcionaba de manera impecable. Se requería mantener la complicidad entre los medios de comunicación más poderosos y los advenedizos acomedidos, así como los dueños del dinero quienes ya habían condicionado el apoyo, los caciques sindicales capaces de movilizar a sus estructuras con tal de obtener anuencia para proseguir con sus corruptelas. Por su parte el nuevo PRI con la misma la corrupción corriendo por sus venas y la mentira que llevan como forma de vida, intercambió favores por curules. Sin embargo sucedió lo inesperado, la improvisación en el guión, apareció el actor que no estaba invitado: la protesta juvenil, cuyo valor potencial era evidente pero ignorado.
Cientos de jóvenes a diario y en cualquier oportunidad preguntaban sobre su nivel de importancia “¿cuál es nuestro papel en la política, en las decisiones que se han de tomar en el proceso electoral?”. Millones de jóvenes pueden cambiar el país era la respuesta, aunque insuficiente, era la que se tenía para ellos. Realmente resultaba en todo momento antiético aconsejarles la incorporación a tal o cual partido político, más valía explicarles la trascendencia de lo que está en juego y hacer un llamado al despertar de sus conciencias. Recuerdo desde siempre se ha instigado a la juventud a romper la barrera de las clases sociales y unirse como lo son, ciudadanos vigorosos y naturalmente interesados en cambiar su presente y colaborar en la edificación de un mejor futuro.
La singularidad de esta primavera mexicana 2012 es la participación de las mayores minorías, los marginados. Ellos apelan al acceso de la educación comunicacional, la disposición de medios para la libre y equitativa información, hacen un llamado a la conciencia comunitaria y tratan de fortalecer la capacidad para descubrir una realidad que los tiempos oficiales ocultan. Las minorías mexicanas que eternamente han sufrido del desamparo, hoy son representadas por los jóvenes mexicanos que no aceptan la negación ni el desdén hacia sus ideales; se enfrentan ante la simulación y la idea de ser simple comparsa.
Que las manifestaciones provengan de diversas universidades, nos dan a entender que este es un movimiento plural en sus clases sociales y por lo tanto es genuino y espontáneo porque no se basa en la construcción de liderazgos efímeros; tiene la determinación de modificar el futuro, el cual están cambiando desde el presente inmediato. Ante sus reclamos esta misma semana tanto Televisa como Tv Azteca en voz de sus dueños han decidido la transmisión de debate en sus dos canales principales como los son el 2 y el 13 respectivamente.
Se han dado cuenta que ahora de manera clara y puntual ha surgido una clase social vigilante que a través de gadgets como lo son teléfonos, cámaras y computadoras multiplican los diálogos abriendo de manera inmediata las vías de percepción, con la celeridad de esta sociedad del presente tenemos acceso instantáneo al rostro del abuso y la injusticia. Se ha gestado el cambio generacional que tiene en sus manos y sus herramientas la transformación social.
Ahora la petición será encaminar este movimiento no sólo a la expresión de un reclamo o postura “anti quien sea” sino que deben asumir la responsabilidad de cambiar las cosas. Su virtud será concretar lo que iniciaron, puesto que históricamente los tiempos políticos como lo es este proceso electoral, suelen utilizar las manifestaciones, las tergiversan, las capitalizan y finalmente las traicionan. Hasta hoy han logrado colocar en el centro del debate su idea, sin embargo deben llegar hasta el final, triunfar sobre las instituciones corruptas y el imperio de la superficialidad, deben devolver la política a los ciudadanos.
Sabemos que un movimiento no puede lograrlo todo, sin embargo sí creo que están sobre el camino correcto para suscitar los cambios necesarios, las reformas indispensables. Cuando desde hace años hablábamos sobre la manera de refundar la República, por supuesto que no estábamos invocando el sonar de los cañones, mucho menos apelábamos a las revueltas sociales. Cuando hablábamos de una revolución, nos referíamos a la movilización de las conciencias, al empoderamiento de las causas responsables.
El movimiento por más básico que parezca, créanme que es ya un factor en la elección. Peña Nieto ha sentido la presión, hoy trata de ajustarse a una nueva ruta trazando un patético plan “B”. Con el “Decálogo por la democracia” en el cual promete libertades que ya aparecen en la Constitución. El candidato del PRI nos dice que respetará en caso de ganar los derechos ya conquistados, eso quiere decir que si no hubiera habido presión, ¿pensaba no respetar la Constitución?
A un mes de terminar la campaña electoral, la competencia se cierra, lo inevitable del triunfo de Peña se ha empezado a evaporar y eso es lo más interesante de la campaña, los jóvenes a base de reclamos justos, tolerancia y mucha información han transformado la primavera mexicana 2012; hoy ya son un elemento fundamental y de influencia que deberán aprovechar.
Interesante como los de abajo fueron por los de arriba, interesante como los excluidos reclamaron su lugar y hoy son quienes marcan la pauta de ciudadanización en estas elecciones.
Comentarios: [email protected]
