Hace algunos días tuvimos la enorme fortuna de tener en la ciudad a Felipe Taborda, uno de los diseñadores brasileños más importantes de los últimos años, un ecléctico y prolífico diseñador gráfico formado en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro para posteriormente estudiar cine y fotografía en el London International Film School y Artes de la Comunicación en el New York Institute of Technology, sin embargo, más allá de sus estudios y calidad como diseñador, sobresale su empatía con lo que observa y cómo lo comunica, punto focal de su trabajo y nuestro encuentro.
Con taza de café por medio, Taborda me explica con una línea discursiva en extremo documentada la profunda relación cultural existente entre Brasil y México en diversos campos como el arte, la música, la gastronomía, el diseño por supuesto y el futbol (invariablemente recuerda el mundial ´70 con esa legendaria selección brasileña encabezada por Pelé), relación que ha logrado afianzarse con el paso de los años por la mutua admiración de identidad de ambos pueblos, por los compartidos imaginarios colectivos de color, ritmo y festividad pero también por las pesadas cargas de la corrupción, la explotación de los recursos y la pobreza. Taborda dibuja en el aire estos temas en una charla coloquial e informal donde señala la importancia del diseñador en estar conectado con sus entornos y con la profundidad de las problemáticas sociales como catalizadoras de ideas para desarrollar diseño, hablamos del diseño latinoamericano, con sus aristas de coincidencia y la noción de generar nuevas ideas en una región que debe insistir interminablemente en pensarse a sí misma más allá de la presión hegemónica de las potencias del diseño y por supuesto de otros ámbitos.
Taborda aborda y bordea el diseño desde la comunicación como un eje insoslayable en donde cada tipografía, cada gráfico, tonalidad, espacio y detalle de composición expresa en su conjunto una idea, transmite un concepto y así lograr -o al menos intentar- generar una apuesta propositiva para aquel que observa, en el mejor de los casos entablar una participación y un diálogo. Como apunta David Carson “no hay que confundir legibilidad con comunicación, solo porque algo sea legible no quiere decir que comunique”. La mente de Taborda sigue lúcida en la charla después de un viaje de más de una docena de horas desde su natal Río de Janeiro, hasta estas tierras chichimecas, apunta la importancia del diseño como catalizador para el desarrollo productivo e ingrediente básico para la transformación de las ciudades y por ende de la calidad de vida de sus habitantes, el diseño como transformador.
Sin embargo, Felipe es enfático al mencionar que el motor del diseño como actividad proyectual son las ideas, la transformación de esas ideas en valor medible, todo diseño surge de una base creativa, base no exclusiva de los diseñadores y que debe enriquecerse con grupos multidisciplinarios que abonen y la alteren con conocimientos de diversos enfoques, tal vez de estas ideas surgió perseguir una en particular que a Taborda le ronda la cabeza últimamente ¿de dónde nacen las ideas?
Taborda que es reconocido en el ámbito mundial por el valor visual de sus afiches y carteles publicitarios que hacen una mixtura de imágenes digitales y análogas, tipografías, colores y texturas desde una perspectiva creativa ya sea en el área cultural, editorial o comercial devela el secreto de donde nacen las ideas. Para Felipe las ideas nacen al momento de estar ahí, aquí, en la vida misma, de la experiencia de recorrer las calles, los museos, los mercados, las galerías, los cines, el arte de Tarsila do Amaral o Frida Kahlo, la arquitectura de Niemeyer o Barragán, la cadencia de la música en el bossa nova o del bolero, en el buen beber de una caipiriña o una margarita, de la gastronomía con una feijoada o un chile en nogada, del cristo de Corcovado o del cristo negro de El Encino, las ideas y la creatividad están naciendo a cada instante en el imparable diseño de la cultura de los pueblos.
Taborda es un gran diseñador, un observador meticuloso y preciso, un referente latinoamericano para la profesión, pero sobre todo es un gran ser humano que disfruta la vida siendo un ciudadano del mundo.