El diseño desde sus diferentes disciplinas y perspectivas llámese industrial, gráfico, de indumentaria, de interiores, digital, de interacciones, de servicios, productos -y así podríamos seguir con una larga lista-, se ha insertado como una pieza fundamental para el desarrollo y la construcción de valor en el mundo de los negocios y las organizaciones en la actualidad. En los últimos años las grandes empresas que lideran los mercados se han dado cuenta que investigar, gestionar e invertir en diseño les ha generado ventajas competitivas con respecto a aquellas organizaciones que no las realizan, los puntos pueden ser diversos pero generalmente están basados en que el cliente-usuario obtenga una mejor relación con lo que consume-utiliza, en conocer los escenarios y las necesidades de ese consumidor-usuario y de cómo poder establecer una constante y efectiva retroalimentación para mejorar la competitividad de lo que se oferta.
El mundo de los negocios ha identificado que el diseño es una variable que puede controlarse y a la que debe destinar esfuerzos y recursos ya que es una inversión rentable, y no estamos hablando solo de imagen gráfica o corporativa o la comunicación visual de la empresa, hablamos de diseño de productos y sus mejoras físicas, identificación de ignorados nichos de mercado para nuevos desarrollos, cambios en su estructura para un mejor desempeño funcional o mejoramiento formal, investigación de nuevos materiales y procesos productivos, así como también el enfoque de diseño de servicios en logística, distribución e inserción de mercado -y también podríamos seguir con una larga lista- estos esquemas de diseño no tradicional impactan de manera directa en términos de crecimiento en ventas, tasas de rentabilidad y valor percibido del producto/servicio.
Las prácticas de invertir en diseño y gestionarlo para desarrollar una cultura empresarial de mejora continua, calidad en los productos y ofertar mejores servicios debiera considerarse en las escuelas de negocios y en la práctica empresarial en nuestro país como un factor básico e ineludible, el diseño crea valor medible en una organización ya sea como transformador, como diferenciador o como coordinador de los impulsos de cambio e innovación que enfrentan las empresas ante los cada vez más feroces escenarios actuales, por ello las organizaciones que deciden incorporar al diseño en sus lineamientos y gestionar por medio de estos impulsos innovadores se han dado cuenta que es una herramienta de desarrollo, crecimiento y progreso que no solo impacta en la organización y su cadena de valor -proveedores, intermediarios, vendedores, etc.- sino al consumidor final y su entorno.
En nuestro país, las pequeñas y medianas empresas deberán adoptar aceleradamente al diseño dentro de sus planes de desarrollo y crecimiento, a la vez una política de diseño impulsada desde las áreas de gobierno podrá generar esta cultura, generalmente las Pymes carecen de diseñadores que puedan gestionar sus productos/servicios para generar ventajas competitivas y el diseño solo aparece en los pasos iniciales del despegue de la empresa, sin embargo habrá que ver 99.7% de las empresas en el país son Pymes y que generan casi el 72% de los empleos formales de la economía, por ello las Pymes que son el mayor empleador del país habrán añadir al diseño como plataforma ideal para desarrollar nuevos emprendimientos, diversificar productos y servicios, explorar nuevos mercados generando empleos y desarrollo económico que puedan traducirse en equidad y bienestar social, los puntos anteriores no son utópicos -aunque lo parezcan- se requiere de sectores empresariales comprometidos y talentosos que exijan al gobierno reglas de comercio justas y distributivas en pro del crecimiento del mercado interno, de diseñadores preparados más allá de los contenidos tradicionales y capaces de obturar las realidades del mercado, y es precisamente en las pequeñas y medianas empresas de nuestro país donde el talento emprendedor flexible, creativo y comprometido es un caldo de cultivo donde academia, gobierno y empresa puedan trabajar directamente en esto.
Es claro que el diseño por sí solo no sacará adelante a ninguna empresa u organización, en el futuro de los negocios deberán considerarse muchas facetas para lograr la integración de un comercio justo, economías circulares, el compromiso con la sustentabilidad, el desarrollo equitativo de las sociedades y sobretodo el compromiso con la calidad de vida, así el buen diseño será un buen negocio.