Septiembre, noveno mes del año, nueve días, nueve historias, dos países.
Día 1. Informe presidencial. (México).
Don Tomás tiene 87 años, se declara un soldado del PRI, por convicción y educación.
Ha puesto el despertador en punto de las 7:00 de la mañana como desde muchas décadas atrás cuando trabaja en la Secretaría de Hacienda. Desayuna, se viste con una elegancia detallada con ropas raídas, va y compra el diario de siempre, regresa a su casa, prende la televisión en la televisora de siempre, no encuentra en los informativos ni en el diario la ruta del recorrido presidencial, enciende la radio de siempre. Se desespera, sólo ve, lee y escucha noticias inverosímiles, toma una siesta, sueña los años que desde su oficina tiraba papelitos tricolores vitoreando al jefe máximo, al líder indiscutible, añora ver el automóvil descapotable y al personaje, la sonrisa carismática, la mano saludando y el bullicio en Reforma. Después de la siesta se levanta para ir al banco a cobrar una raquítica pensión y ver si en la clínica han llegado por fin las medicinas que le quiten esas alucinaciones que su doctor llama demencia senil.
Día 11. 43 años del Golpe Militar. (Chile)
Carmen está por cumplir los diez años, tiene cabello oscuro y piel morena, ojos negros brillantes y una sonrisa pícara, en su mano derecha ondea una bandera roja impresa con un rostro, va dando saltitos por la calle burlando las vallas y la seguridad, su abuela la llama. Carmen toma la mano de la abuela, se pone seria y rígida, ambas empiezan a caminar, intuitivamente sabe que ya no es momento de jugar, la abuela le da una imagen en blanco y negro que se pone en el pecho. Ondea la banderita cada vez con más impulso mientras sujeta la fotografía con fuerza, voltea a ver a la abuela que está triste, algo sabe de lo que ahí está pasando y de lo que ahí pasó, pregunta tiernamente ¿Acá murió el abuelo?, –Acá lo mataron, responde la abuela, acá lo mataron, mi niña, por creer en el hombre que está en tu banderita, ese hombre se llamó Salvador Allende y acá como a tu abuelo los mataron. Carmen se acercó a la puerta marcada con el número 80 en la calle Morandé y dejo la foto que aprisionaba en el pecho del joven rostro de su abuelo.
Día 15. Grito de Independencia. (México)
Rápidamente se alista, toma una chamarra y sale rumbo al punto de encuentro, en el puño apretado lleva el papel marcado con el número setenta, encuentra entre decenas de camiones el número indicado, saluda al líder barrial quien le fotografía su credencial de elector. Julio tiene 21 años, vive en las afueras de Iztapalapa, no terminó la secundaria y está en búsqueda de empleo, trae un golpe en la cara y heridas en el cuerpo debido a las riñas territoriales de la colonia, su novia tiene cuatro meses de embarazo y es cinco años menor que él, Julio no subiría al camión si no le hubieran prometido un modesto puesto en uno de los mercados de la delegación donde le pagaran menos de tres dólares diarios, piensa durante el camino que hubiera emigrado un par de años atrás junto a sus primos para Arizona donde ellos ganan, según le dicen por Facebook, hasta 60 dólares al día en una construcción, sus pensamientos se interrumpen, lo bajan con rapidez del camión y por lo pronto el futuro mejora, en una bolsa plástica ha recibido una Coca-Cola y una torta mientras, por primera vez, pisa el Zócalo de la ciudad.
Día 16. Aniversario luctuoso de Víctor Jara. (Chile)
El iPhone 5 no deja de sonar, por medio del hashtag #nochedecarrete los compañeros del liceo se han puesto de acuerdo para salir y perderse en la noche santiaguina, Daniel quiere divertirse después de una abrumante semana académica y empezar los trámites para inscribirse a la Universidad Católica en Negocios Económicos Internacionales. Mensajes van y vienen, el grupo de amigos decide antes de ir a un pub irlandés pasar por un parque donde se han quedado de ver con un grupo de amigas que han asistido sólo para ver a un cantante, todos se reúnen en el concierto. Daniel no ha escuchado a Gepe, lo busca en su celular y navegando no encuentra nada con lo que se identifique, menos aún cuando el concierto empieza y el artista sale acompañado de un par de bailarinas vestidas con hermosos trajes típicos peruanos, un potente ritmo andino, mezclado de cueca, rock y electrónica retumban el lugar, Daniel es la primera vez que escucha esto, por unos instantes deja de navegar en su celular y se interesa, el cantante al finalizar la primera canción dice al auditorio que dedica el concierto a la memoria de Jara, torturado y asesinado por la dictadura militar, emoción y aplausos inundan el lugar, Daniel no sabe quién es Víctor Jara, se aleja del concierto, entra a navegar a su celular y escribe #aburridoaquipadondevamos.
Día 18. Primera Junta Nacional 1810. (Chile)
Nathaima Cadet es haitiana, acaba de cumplir los diecinueve años, su hermana Keekah que llegó después del terremoto en su país en 2010 por fin logró traerla después de intentarlo varias veces. En ese entonces Nathaima era apenas una niña que lo vio perder todo, sus padres, sus tres hermanos varones y su modesta casa que sirvió de sepulcro familiar, permaneció en un orfanato del estado, su hermana al ser mayor de edad pudo salir del país por intermedio de un amigo del padre. Nathaima tiene una hermosa piel oscura y brillante que juega con su grandes ojos, su nariz respingada y una pequeña boca, un lenguaje extraño, un cabello largo y oscuro como aquellas noches en la intemperie donde lloraba a la familia y a la vida perdida. Hoy después de catorce horas de trabajo asiste junto a su hermana y el novio de ésta a una típica fonda chilena, piden terremotos y comen pernil, se pasean entre banderas y bombos de fiesta en el parque con el nombre del libertador Bernardo O’Higgins, se unen a celebrar las fiestas de la independencia chilena, Nathaima nostálgica recuerda que antes de abandonar la escuela aprendió que Haití fue el segundo país libre de América, ahora es el más pobre y desigual. Un chileno le tiende sobre su delicada mano un pañuelo blanco señal de que la ha invitado a bailar una cuequita, ella sonríe y está ahí en el entablado agitando el pañuelo en todo lo alto.
Día 19. Terremoto Ciudad de México. (México)
El intenso sonido repetitivo de la alarma anuncia sin dudas el simulacro en la oficina, son las 11:00 de la mañana, Carlos baja en orden desde un alto piso de Torre Mayor, guía a los compañeros portando uno de los chalecos y estandartes que indican a las oficinistas los lugares de seguridad y refugio en caso de terremoto, Carlos se siente muy orgulloso de encabezar el simulacro en su trabajo, sus compañeros al concluir la actividad le palmean la espalda, lo abrazan, algunas de sus compañeras las más cercanas lloran mientras le agarran las manos y lo ven a los ojos. El jefe de Carlos lo visita a su cubículo y le da permiso para salir temprano, se pone el saco. Camina toda la avenida Reforma, llega a la Alameda rumbo a la iglesia de San Judas Tadeo, una vez estando ahí Carlos se arrodilla y dilata una oración a su madre que murió un día como hoy hace 31 años en el Hospital Juárez. En la oficina para algunos Carlos es el joven del departamento de contabilidad, en la Ciudad de México Carlos es uno de los bebés milagrosos de aquel fatídico día.
Día 23. Aniversario luctuoso de Pablo Neruda. (Chile)
Camila tiene veinte años, hoy salió temprano del colegio, sus amigos la invitan a tomar cerveza y a divertirse al barrio Bellavista, ella acepta, llegando al barrio inventa una infantil excusa y se separa de los amigos, ninguno le cree y la ven como bicho raro, ¿por qué no quería divertirse? Lentamente recorre el barrio alejándose de los bares, los pubs, las discos, camina nostálgica por las calles empedradas, llega a una casa pintada de blanco y azul profundo, como el del mar, se sienta al borde de la banqueta, saca un libro y lee frente a ella en voz baja algunos pasajes de Canto General. Camila fue a sentarse frente a la casa donde un día como hoy murió su poeta favorito.
Día 26. Dos años y contando. (México)
La señora Arrizabalaga sube apresuradamente a su camioneta después de llenar la cajuela y los asientos con la compra semanal del centro comercial de moda, la camioneta con una capacidad para seis pasajeros la mayoría del tiempo es ocupada por bolsas de supermercado y ocasionalmente por Antuan de la Serna Arrizabalaga su único hijo de cinco años de edad. Camino a casa marca al buffet jurídico de su esposo el señor Francisco de la Serna Riva Palacio, él dieciocho años mayor que ella le atiende brevemente. La señora Arrizabalaga llama ahora a su casa y habla con una de las dos nanas de Antuan, les da la orden que la esperen y tengan al niño preparado con sus accesorios de taekwondo. La señora está desesperada, se encuentra en un tráfico de varias cuadras, prende el aire acondicionado y pone videos en la pantalla touch screen con sonido envolvente, molesta por la pérdida de tiempo ajusta el asiento térmico de piel a posición de descanso, los automóviles avanzan a un ritmo lento, desesperada pita a los transeúntes, a los autos, revolotea las manos, maldice al tumulto de gente que no la deja cruzar la avenida para llegar por el pequeño Antuan de la Serna Arrizabalaga. El tiempo es oro se repite constantemente, si llega tarde no le harán las uñas y el pequeño se exasperará, ella no sabe qué pasa, ¿quiénes son estos que me hacen perder mi tiempo?, el miedo a la masa al tumulto la altera aún más, en una eficaz y desesperada maniobra prohibida basada en el poder de su camioneta libra un camellón y da vuelta para huir de la masa que inunda las calles, se aleja lo más rápido del lugar, ya en dirección opuesta alcanza a observar por el retrovisor una enorme pancarta blanca con letras negras y muchos nombres, la pancarta tiene escrito: ¡Queremos a nuestros hijos con vida, queremos a nuestros 43!
Día 27. Consumación de la Independencia 1821. (México)
Hoy despertó y tomó un café en una lejana ciudad, recordó un par de eventos, recordó que en quinto año de primaria aprendió que el Ejército Trigarante hizo su entrada triunfal en la Ciudad de México, que recorrieron las calles triunfantes, con todo lo que acuestas deja la lucha por la libertad, las victorias, las derrotas, los sueños, el amor, las esperanzas, la responsabilidad diaria y sin tregua hasta alcanzar el ideal, ahí entraron los insurgentes, los rebeldes, lo equiparo con la vida. Este recuerdo lo llevo a los días donde aprendió las lecciones de la historia y algunas de la vida, lo llevó a sentir el inmenso amor de su padre llevándolo a la escuela cada mañana, recordó aquella bicicleta con la cual los dos emprendían el camino al salir el sol, recordó cómo él siendo un niño sujetaba su pequeño portafolio vino tinto mientras su padre pedaleaba incansablemente llevándolo hacia delante, proyectándolo hacia el futuro con el viento en la cara. Recordó por último que es cumpleaños de ese querido padre.