No sería extraño que en Marte haya habido civilización,
pero a lo mejor llegó allá el capitalismo,
llegó el imperialismo y acabó con ese planeta.
Hugo Chávez
Las derecha latinoamericana está de fiesta, extasiada por su regreso al poder, se encuentra exultante y sobrada, exacerbada, intocable -rasgos inmutables de su esencia-. Han dado frutos sus operaciones y ofensivas desestabilizadoras incansables día tras día a las democracias elegidas por los pueblos principalmente en el sur del continente donde la llama de la liberación sí ha sido encendida.
Después de más de una década ha logrado enviar a la izquierda a ser oposición y en otros casos mantenerla en la defensiva constante, debilitando gobiernos con las más diversas operaciones políticas transcritas desde Washington y llevadas a cabo servilmente por las oligarquías locales, los grupos monopólicos comunicacionales y empresariales, así como por sectores reaccionarios de la sociedad.
Hace apenas unos días asumió la presidencia de Argentina Mauricio Macri, ganador de la elección con el 51% contra el 49% de Daniel Scioli -el candidato oficialista-, en un país claramente dividido que en los próximos meses enfrentará el verdadero “cambio” tan cacareado por Macri. Algo ya ha empezado a hacer, ha anunciado un plan de ajuste económico y en consonancia con las medidas que plantea el Fondo Monetario Internacional, que con la asunción de Macri vuelve a pisar triunfalmente tierras argentas con un buen desembarque de asesores y consultores.
Otra decisión del nuevo presidente ha sido nombrar por decreto y sin acuerdo del Senado de la Nación a dos jueces de la Corte Suprema, muestra de una intromisión e intervención del Poder Ejecutivo en el Poder Judicial, los jueces son claramente afines a los interés operativos del nuevo gobierno, parece haber olvidado prontamente su idea de justicia independiente que tanto solicito desde la oposición en los últimos años.
Un punto decisivo es la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual -conocida como Ley de Medios- generada en el gobierno anterior para limitar la concentración mediática y ejercer desde el Estado la pluralidad de contenidos y concesiones, sus colaboradores han declarado que la ley “no va a subsistir”. Macri fue y es fuertemente apoyado por el grupo monopólico de multimedios Clarín, quienes por medio de noticieros, programas de revista, series, prensa escrita, digital, radio, hasta revistas del corazón, trabajaron políticamente para descalificar al gobierno anterior, que encumbraron a Macri y que ahora exigen los beneplácitos del trabajo sucio que vienen ejerciendo desde la última dictadura militar.
Uno de los temas que más rápido ha enfocado el gobierno macrista y basado en la promesas ejercidas a los grupos empresariales más especuladores es la eliminación de las retenciones, la anulación de los derechos de exportación de la carne, el trigo, el maíz y la soja. También ha anunciado la derogación de subsidios en energía, transporte y planes sociales. Con estas medidas económicas, más el levantamiento del cepo para la compra-venta de dólares, el mercado ejercerá un ritmo a sus anchas. Macri está actuando para lo que lo pusieron y para lo que lo eligieron; ser un director ejecutivo que administre al país como una empresa para pocos, claro, socios todos.
En Brasil la conspiración para destituir a Dilma Rousseff estuvo a punto de acertar, la oposición neoliberal y el poder financiero quieren a cualquier precio controlar la economía y volver a los años exorbitantes de ganancias a costa de la marginalidad, la pobreza y la nulidad del estado para controlarlos, la oposición confiable a la Embajada de Estados Unidos y los banqueros de Wall Street desgastan sistemáticamente a la presidente, han declarado que se debe ver obligada a “tener la grandeza de renunciar” y poner un gobierno dominado por ellos, los legisladores y gobernantes de la derecha brasileña vinculados al crimen organizado, a grupos paramilitares, movimientos de violencia urbana y respaldados por los fabricantes de armas exigen un “golpe de estado light”. A esto se le llama parapolítica.
Los interesados en derrocar a Rousseff son la cara más brutal de la derecha, detestan por igual al Partido de los Trabajadores (PT), a los homosexuales, los derechos de la mujer o los programas de asistencia social. Es por ello que se unen y se desencuentran con cualquier partido o movimiento que les sirva a sus intereses, sea para ejercer presión en el Congreso, en la administración pública o en las calles mediante grupos subversivos de presión, necesitan recobrar los bienes que administra el Estado de uno de los países más grandes del continente, más ricos en recursos naturales y con una de las economías de mayor crecimiento, el tema petróleo condimenta aún más la lucha por el poder. La empresa de multimedios O Globo ha ejercido un papel fundamental como desestabilizadora del gobierno de Dilma y es abiertamente el canal que usa la derecha para violentar a la sociedad.
En Venezuela la situación no es muy distinta -aunque aquí sí todo gira en base al petróleo- la oposición derechista declaró su alegría en los pasados comicios parlamentarios en donde ha sido más escandaloso el golpe mediático que el verdadero impacto de función que se puede ejercer, la votación tuvo una participación de 74,5% y la oposición por primera vez en 16 años de gobierno chavista tendrá el control parlamentario, en esta ocasión la palabra fraude después de los resultados no apareció.
El grupo de oposición MUD (Mesa de la Unidad Democrática) tiene en sus planes dar un cambio económico radical a los intereses de los sectores más influyentes en la economía venezolana, gustosos no descartan “una salida anticipada” del presidente Nicolás Maduro. La MUD y sus aliados tanto nacionales como extranjeros son aquellos que sacan dólares del país, que tienen cuentas en el extranjero no declaradas, que evaden impuestos, que acaparan materias primas, que especulan financieramente, que almacenan y esconden productos para generar la escasez.
A la derecha, sea ésta radical o moderada, o ahora llamada centro, en el fondo no le causa mayor interés si el gobierno chavista es más o menos populista o socialista que el de Dilma en Brasil o el kirchnerista en Argentina, lo que le interesa verdaderamente es recuperar a cualquier precio y con cualquier bajeza el poder para cercarlo con el beneplácito de Washington y con el apoyo de los medios de comunicación afines como fieles y serviles caballos de ofensiva.