Yo no hago balance, eso es una cuestión de almacenero,
yo soy un luchador social
José Mujica
La construcción de un hombre, de un ser humano, es gradual, procesos le anteceden, reafirma ideas, desecha otras, se cuestiona y se interroga internamente, avanza y retrocede en el camino de la búsqueda y así se forma, con la legitimidad del amor por delante -si esta construcción es verdadera-. Hablar de José Mujica es hablar de uno de los pensadores más lúcidos en la realidad latinoamericana de las últimas décadas, uno de los mayores ejemplos en la desmitificación del poder y sus paradigmas, del gobierno como eje de transformaciones políticas y culturales profundas, de debate en el costumbrismo capitalista avasallante y el orden económico mundial, es hablar del prójimo como concepto y de las ideas eternamente nuevas acerca del hombre, su desarrollo, su existencia en comunidad y sus ideales máximos; el amor, la felicidad y la trascendencia.
Soy del Sur, vengo del Sur. Esquina del Atlántico y el Plata. Así comenzaría Mujica un discurso mítico en la ONU aquel septiembre de 2013. Aproximarse a entender la concepción del mundo del expresidente uruguayo es posible con base en sus orígenes, al pasado de sus abuelos inmigrantes y sus padres, sus luchas, su militancia, su formación política y compromiso social.
Irrumpió en la escena mediática internacional por sus principios de austeridad, por su forma de ver el mundo y por la implementación de políticas públicas de avanzada, parecía que un viejo uruguayo que toma mate en su chacra junto a su perra de tres patas, Manuela, quería cambiar el mundo, quería reformular el orden de las cosas, parecía que alguien una vez más perseguía la utopía, parecía que este hombre se había fumado un porro.
“¿Qué es lo que le llama la atención al mundo? ¿Que vivo con poca cosa, una casa simple, que ando en un autito viejo, esas son las novedades? Entonces este mundo está loco porque le sorprende lo normal”. Y desde aquí, miles de notas sobre el “presidente más pobre del mundo”, sobre la austeridad de un jefe de Estado en relatos entretenidos de leer, de las miles de notas, pocas profundizan en el núcleo de ideas del hombre detrás de la apariencia, para averiguar su complejidad ética y su visión de la política como eje de cambio e igualdad social, la austeridad como estilo de vida.
Una de sus más poderosas influencias está enmarcada en su pasado guerrillero, se integró activamente al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla urbana y campesina de la izquierda radical uruguaya, con la cual vivió desde balaceras con la policía y participación en asaltos hasta huir del régimen por las cloacas de Montevideo y ser baleado en el piso de un bar. En una de tantas, es hecho prisionero un año antes de la entrada de la dictadura cívico-militar uruguaya (1973-1985), periodo regido por un gobierno militar de duras políticas económicas y marcado por la nulidad de los sindicatos y la libertad de prensa, la prohibición de los partidos políticos, la persecución, encarcelamiento y asesinato de opositores al régimen; capturado Mujica, la dictadura lo mantuvo como “rehén”, eufemismo que en realidad significaba que sería ejecutado en caso de que su movimiento retomara acciones subversivas, el vivir ya no dependía de él y de decenas de sus compañeros.
“La noche que me ponían un colchón me sentía confortable, aprendí que si no puedes ser feliz con pocas cosas no vas a ser feliz con muchas cosas. La soledad de la prisión me hizo valorar muchas cosas”. Pasó casi quince años en prisión, su último periodo de trece años entre 1972 y 1985 en duras condiciones de detención, parte del tiempo encerrado en un aljibe, sin contacto humano, en aislamiento prolongado, apenas comiendo y siendo torturado físicamente de manera recurrente. Aquellos años en los que hablaba con las hormigas para no perder la cordura sin duda marcaron su sentido de la vida y la muerte. Es un sobreviviente, construyendo ideario y conciencia, la cercanía de la muerte como motivación extraordinaria para dejar un legado.
Sale en libertad con el retorno a la democracia, crea junto con varios partidos de izquierda el Movimiento de Participación Popular dentro del Frente Amplio y el país experimenta una lenta transformación, es elegido diputado por Montevideo en 1994 y senador cinco años después, el pensamiento guerrillero se convierte en política. En 2005 el presidente Tabaré Vásquez lo elige como ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Mujica tiene un desempeño sobresaliente y plasma un pensamiento diferenciador, una lucha entregada que lo lleva a postularse y asumir como presidente en 2010. Desde ahí una vanguardia de ideas y planteamientos ideológicos tendrán como epicentro su austera chacra.
“No es bonito legalizar la marihuana, pero peor es regalar gente al narco. La única adicción saludable es la del amor”. Esta sería una de la leyes más controvertidas a nivel global impulsada por su gobierno, regulando el Estado la producción, venta, distribución y consumo de marihuana, colocando un fuerte debate continental acerca de frenar el avance del narcotráfico, su intromisión en esferas gubernamentales y regular un mercado existente en las sombras. La norma -ahora en pausa- convirtió a Uruguay en el primer país del mundo con una regulación tan exhaustiva respecto a límites en el cultivo, la compra, así como de registro de consumidores y clubes de fumadores.
“Legalizando e interviniendo, se puede lograr que muchas mujeres retrocedan en su decisión, sobre todo aquellas en los sectores más humildes o quienes están solas”. En el tema del aborto, el país se convirtió junto con Cuba, en ser los únicos Estados latinoamericanos que tienen despenalizado el aborto voluntario, evitando muertes en interrupciones de embarazos de manera clandestina y otorgando derechos fundamentales a la mujer. Sus políticas de derechos humanos e inclusión social tuvieron un hito con la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, reconociendo las uniones civiles entre personas del mismo sexo, aquí precedió a Argentina como únicos países en América Latina con este derecho.
Pendientes han quedado en materia de educación y política económica, la ley de medios, la minera Aratiri, la reforma del ferrocarril, entre otras, sin embargo, Mujica ha expresado que seguirá en el camino de la política y la lucha social, ya sea fundando una escuela agropecuaria en su chacra, militando en el congreso o apoyando a su inseparable y gran compañera de historias y luchas en común, Lucía Topolansky -figura sin la cual no se habría construido ni se entendería a Pepe– quien es candidata del Frente Amplio a la intendencia de Montevideo en las votaciones del próximo 10 de mayo, diez días después Mujica cumplirá 80 años.
José Mujica es un referente obligado para comprender el cambio en Latinoamérica, el interés o el desprecio por lo que sucede en este parte del mundo, por las historias cruentas de los que logran volver de un destino ya marcado, en este caso en un hombre íntegro, en una mezcla rioplatense de sabiduría popular, de picardía criolla, compromiso militante y honestidad ideológica. “Lo reaccionario es la patología de lo conservador. Es ir para atrás y de una forma dogmática y cerrada. La patología de la izquierda es el infantilismo. Es la confusión permanente de la ilusión con la realidad”.