¡Vivos se los llevaron,
Vivos los queremos!
¡Verdad y justicia!
¡Juicio y castigo!
Esta columna debería hoy tocar temas de Diseño, relacionados al diseño, al menos intentar tocarlos y reflexionar acerca de la disciplina y su devenir actual en México y otros países, ¡pero cómo carajos, cómo mierdas se hace para escribir de diseño -y otras superficialidades- cuando hay 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, cuando hay seis muertos en Iguala, cuando hay 22 ejecutados en Tlatlaya -también jóvenes-, cuando se encuentran fosas llenas de horror y espanto, cuando hay tanto dolor y rabia, cuando el cinismo sobrevuela las conciencias.
Qué manera de empezar octubre, México es un país esquizofrénico y están ahí las fiestas de octubre en Guadalajara con todo su folclor, ahí está su mariachi y su tequila, y ahí nomás cerquita también está el Festival Internacional Cervantino en Guanajuato celebrando el 450 aniversario del nacimiento de William Shakespeare y Japón como país invitado, y ahí estará la Feria Internacional del Libro en el Zócalo capitalino, el Festival Cultural de Aguascalientes, ahí está el Congreso Mundial de Diseño a celebrarse en Morelia y el Congreso del Color en Oaxaca y ahí está el arte, la literatura, el teatro, la danza, la música, la plástica, la pintura, el folclor, el diseño, la cultura tratando de sacar adelante las ideas que mueven verdaderamente al país y a sus habitantes para dar lo mejor de sí, ahí está ese México que se respira, que se vibra y que se vive. Que nos vive.
Qué manera de empezar octubre, México es un país esquizofrénico, y ahí están los 22 ejecutados en Tlatlaya, Estado de México, ahí está un estado que no garantiza un juicio y ejecuta con ferocidad, ahí está el ejército y el gobierno y sus conexiones con el narcotráfico, el cuestionamiento a las fuerzas armadas, la inconformidad cada vez más latente del ejército hacia las actividades encomendadas por el poder ejecutivo, ahí están los estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, luchando activamente para detener la embestida de la Reforma Educativa y sus implicaciones bajo un esquema neoliberal, ahí están los estudiantes del Politécnico alzando la voz, ahí están los 6 muertos de Iguala, ahí los 22 muertos en Chihuahua, ahí están los 43 estudiantes normalistas desaparecidos por fuerzas de “seguridad pública” y grupos paramilitares, ahí está toda la asquerosa trama política entre alcaldes, policías, narcotraficantes, políticos de izquierda, centro o derecha, la podredumbre toca cualquier ideología, ahí están las fosas y el horror en ellas, ahí están las familias en el calvario del dolor por la desaparición de jóvenes que se preparaban para ser maestros y por medio de la educación, la lucha civil y la resistencia ideológica mejorar este país, ahí está ese México que se sufre, que se padece y que se muere. Que nos mata.
Qué manera de empezar octubre, México es un país esquizofrénico, y ahí estoy en el aula enseñando Diseño, ahí estoy con una seudo-responsabilidad ética tratando de informar, cuestionar, hacer reflexionar a los estudiantes, la mayoría ahí están en un mundo abstracto, abyecto, fuera de toda esquizofrenia, ahí están en un estado mental calmo y distante de esta realidad de país -o en una parte cómoda de esta realidad- , ahí están imperturbables por las luchas sociales, políticas o culturales, peor aún ahí están abstraídos de un pensamiento crítico e informado. Ahí están en la frivolización de la vida pública y social. Ahí estoy y se respira conformidad, confort, pasividad en la inmensa mayoría de las aulas de nuestra entidad, ¡ojo! la exigencia no va a más porque la mejor vacuna contra el miedo es la ignorancia, pero es asombroso, casi esquizofrénico y terrorífico que en este mundo hiperconectado la apatía social, cultural y política, la falta nula de compromiso intelectual sea un denominador común.
Qué manera de empezar octubre, México es un país esquizofrénico, y ahí estoy en el aula, es difícil seguir estos días, difícil entrar al salón para impartir clase, saber, pensar en la lucha de otros estudiantes y otros docentes a kilómetros de aquí, y ahí están los cuestionamientos, las reflexiones, la esquizofrenia, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, ahí está.
Es difícil, pero vale la pena cuando un solo estudiante es capaz de repensarse, de alterarse, de cuestionarse y querer desde ahí desde su banca cambiar a este país empezando por el cambio en sí mismo, ahí vale la pena seguir.
Para los Estudiantes y Docentes de la
Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa