¿Será tu educación cristiana, que ves fantasmas en todas partes?,
¿Será tu condición racial o tu lugar de privilegio?,
Será que mi obra social no me protege de la rabia,
¿Será que me cogieron mal, que no me trago la charada?,
¡Vamos, quiero una explicación!,
¡Quiero una explicación!
Babasónicos. (Fragmento de “Así se habla”, Anoche, 2005, CD)
Diseño, política, periodismo, guerra, sangre, frivolidad, pose y estupidez encuentran en el vehículo paramilitar Hummer una combinación perfecta. El origen se remonta a 1979 cuando el ejército de los Estados Unidos buscaba contratista para un nuevo “vehículo de guerra multipropósitos”, AM General Corporation (Subsidiaria de American Motors) diseña un vehículo totalmente nuevo para satisfacer las necesidades del ejército. En 1985 la compañía produce 55,000 “Humvees” y los contratos se fueron incrementando posteriormente. El diseño automotriz luce una de sus creaciones más osadas no solamente con los requerimientos técnicos y funcionales para el servicio de carga-tropas y transporte, los HHWV también se diseñan con plataformas de armas automáticas, portadores de misil y armamento, proporcionan montaje y capacidad para lanzagranadas y ametralladoras pesadas. Este vehículo de uso militar gana gran popularidad entre las fuerzas armadas norteamericanas, su producción se masifica y su reputación como “vehículo de la muerte” se forja de a poco, gota a gota de sangre.
Al estallar la Guerra del Golfo Pérsico en agosto de 1990, -invasión hecha por una fuerza de coalición liderada por Estados Unidos y autorizada por la ONU contra la República de Irak en respuesta a la invasión y anexión iraquí del Estado de Kuwait-, el vehículo marca diferencia en la guerra, hace gala del diseño en su poderío técnico, se enorgullece con el poder de disuasión y su intimidación táctica. El diseño se mejora debido a algunas bajas, lo blindan en puertas laterales y parabrisas, le colocan mayor capacidad bélica y una cadena de acero para arrancar portones -ningún detalle se ha ido-.
Es en 1992 un año después de concluir la guerra, que AM General decide comercializar una versión civil, respetando el diseño original en estructura y componentes, terminado con pintura brillante, añadiendo aire acondicionado, sonido alta fidelidad, aislamiento acústico, mejor tapicería, molduras de madera y diversos accesorios entre los que destacan retrovisores cromados, asientos de piel, cámaras de reversa y pantallas. El vehículo pronto se inserta en la cultura material Norteamérica y acuña una simbología de status, poder y superioridad, añadiendo también fuertes referentes morales de valores patrióticos y libertarios, arropando así el mito fundacional del país; “el individuo indomable con espíritu pionero, indestructible”. La publicidad hace lo suyo y da a los compradores no solamente un diseño sólido de un vehículo todo terreno, te pone al volante de una operación militar en defensa de la soberanía y la libertad en plena calle de Beverly Hills.
La adaptación civil del vehículo militar se populariza efervescentemente, se convierte en la espina dorsal de los vehículos de las fuerzas armadas de los Estados Unidos alrededor del mundo, distintos ejércitos los adquieren y en el terreno civil su demanda se acentúa a finales del siglo pasado, pero paulatinamente los problemas de la ensambladora, la compañía en crisis económica y las bajas ventas hacen que en 2010 General Motors cierre la línea de montaje. Sin embargo, el vehículo paramilitar dejó una fuerte presencia de modelos y unidades, tal vez como mordaz recordatorio de lo que significa y haciendo alarde impunemente de sus reminiscencias bélicas tan efectivas en la operación “Tormenta del desierto” llamada así por las huestes de George Bush padre o “La madre de todas las batallas” denominada así por Sadam Husein.
La Hummer fue vital para ganar la guerra, los métodos Norteamericanos también, ganarla en el terreno de combate y en el terreno mediático, la guerra de Bush, en 1991, no tuvo muertos a la vista simplemente porque actuaron brigadas de sepultura y de nivelación del terreno que dejaron millares de cadáveres ocultos bajo toneladas de arena, el ostentoso vehículo patrullaba los lugares en donde se habían lanzado previamente ataques con obuses y cohetes que diseminaban miles de pequeñas bombas, bombardeos estratégicos de día y de noche, y la caída desde el cielo de municiones racimo -bombas que crean campos minados letales alrededor de puntos enemigos-. Al igual que Hummer y su novedoso sistema de cámaras y pantallas que deleita a los civiles, todos los sistemas de armas norteamericanas son monitoreados por cámaras de televisión instaladas en aviones y helicópteros de guerra o acarreados por soldados respondiendo el gobierno así a la avidez implacable de las cadenas noticiosas del país. El Pentágono edita, selecciona y controla la información y las imágenes, las Hummer aparecen paseándose tranquilamente por Irak, así cuando comienza la guerra aérea en enero de 1991 los medios recibían una cobertura cuidadosamente manipulada.
Nunca se mostraron las filmaciones de los ataques de los bombarderos que tapizaron las posiciones de las tropas iraquíes, ni las toneladas de explosivos arrojados durante más de un mes de ataques aéreos nocturnos y diurnos en donde una minoría eran bombas guiadas o “inteligentes”, la gran mayoría sólo controladas por la ley de gravedad desde más de 4,500 metros afectando seriamente la precisión, destruyendo en su “equívoco” todo aquello que encontrara. Los comunicados y las imágenes de prensa del ejército -dado a los medios- mostraban Hummer en recorridos pasivos y soleados en las arenas del desierto así como misiles y bombas guiadas por láser o televisión.
La Tormenta del Desierto de la administración Bush no mostró ni una sola imagen o video de gente asesinada, Hummer y glamour, una representación higiénica y sin sangre, sin culpa, una guerra sin muertos -reforzada por las despiadadas restricciones y censuras impuestas a los reporteros-. La popularidad de la Hummer durante la Tormenta del Desierto aumentó hasta llevarla a icono y la de Bush también, para Dick Cheney, exsecretario de defensa; “Fue la mejor cobertura que se haya hecho de una guerra”, “El pueblo norteamericano vio de cerca, con sus propios ojos, a través de la magia de la televisión, lo que el ejército norteamericano fue capaz de hacer”. Y ahí estuvo la Hummer manchada en sangre -sin exageraciones, literalmente- ahora pasea por las ciudades como los viejos genocidas, impune, brillante, suficiente. ¿Por qué la manejan?, ¿A qué orden pertenecen?, ¿hacia dónde van?, ningún amigo mío tiene una Hummer, si usted conoce alguien que la tenga avíseme, ¡vamos!, ¡quiero una explicación!