El impacto del diseño en cada una de los objetos que tomamos, que vestimos, que nos ayudan a trabajar, a divertirnos, a relacionarnos con los demás son sin duda un impacto real y tangible en nuestra vida cotidiana (tomando el nombre del libro El Diseño en la vida cotidiana de John Heskett) y dentro de nuestras actividades más complejas y básicas. Diseño, vida cotidiana y sociedad con toda la mezcla que esto implica son los enfoques de esta columna denominada H+D (“hablemos más diseño”) y que podría acotarse de manera muy simple en escribir que el término Diseño se utiliza para designar la profesión y el diseñador se refiere a los individuos que la llevamos a cabo. Sin embargo, este nivel de simplicidad aunque entendible y accesible no puede ser utilizado honestamente en una actividad, profesión, disciplina, oficio o como le queramos llamar, (aún no hay un acuerdo y eso genera debate) simplicidad que está inserta en la vida cotidiana de la sociedad, que es innata al ser humano, casi todo el tiempo y en todo lo que utiliza, ¡todo es diseño!, centrándose así como base de toda actividad humana.
Desde otras actividades y perspectivas, desde otros quehaceres de cualquier índole el leer que todo es diseño y que toda producción humana cae en esta ecuación podría parecer una sentencia bastante arrogante, totalitaria, petulante y con cierto tinte de egocentrismo, como una designación omnipresente y omnipotente; Sin embargo, ¡es así y punto! -aquí podría acabar la columna pero sería una descortesía- por lo cual expliquémoslo y no hay mejor ejemplo que la naturaleza para entender el mundo que nos rodea.
El Diseño se podría decir que más que una disciplina monolítica y artificial es como un árbol orgánico que crece y cambia agitándose de acuerdo a los contextos y las sociedades. Este árbol se ramifica con actividades que se agrupan en un tronco común, de las cuales crecen ramas y de las cuales a su vez crecen hojas de las más distintas formas y colores. Esta idea es escrita y plasmada por David Walker en el llamado “Diagrama del árbol del Diseño” en donde ayuda a comprender los diversos tipos de diseño y los factores de cruce y relación entre ellos. Este árbol llamado Diseño encuentra sus fuertes raíces que lo sostienen y lo alimentan continuamente de nutrientes manteniéndolo firme en los oficios, la artesanía, la generación artística y la experimentación -vistas todas como raíces creativas y generadoras de conceptos-. Posteriormente en el tronco se sitúan áreas específicas del Diseño y basadas en sectores, industrias y actividades que ensanchan y dan fuerza a la disciplina para desarrollarse hasta las ramas en donde la especialización cumple su papel final al detallar a su máximo nivel una actividad que se convierten en hojas diversas y complementarias a la vez de toda una estructura.
Es así como crece y es plantado el árbol del diseño en una sociedad que cada vez necesita y depende de su oxígeno y ante la cual muchos diseñadores nos planteamos si ese oxígeno en verdad es respirable o es humo para abejas, (pero no salgamos del tema) ese árbol como todo en la naturaleza también “evoluciona”, en este caso digamos naturaleza humanamente construida, naturaleza “artificial”, el árbol, con sus raíces, tronco, ramas y hojas está subordinado a las dimensiones del objeto creado, es decir, al “fruto” que de este emana. El fruto del árbol del diseño puede ser de dos o tres dimensiones (2D-3D) y en la actualidad de cuatro dimensiones la cual agrega la interfaz que se relaciona por medio del software con el usuario o su entorno. Entonces este árbol y sus respectivos frutos tan diversos en forma, color, textura, uso, tecnología, etc., parten de un suelo fértil de imaginación, deseos, necesidades, materiales, destrezas, observaciones y ensayos, crece con un tronco que se ensancha y robustece por medio de la ciencia, la experimentación, la artesanía, el arte y el diseño en sí mismo hasta ramificarse en todas las actividades imaginables del hombre; moda, electrónica, mobiliario, empaques, textiles, interiores, industria, gráfica, y así podríamos enumerar cada una de sus ramas con sus respectivas hojas hasta hacer de esta académica y lúdica actividad algo imprudente para este espacio, sin embargo este “árbol” como todos debe ser sembrado, cuidado, regado y podado cuidadosa y periódicamente bajo el objetivo primordial de dar sombra y oxigenación para la calidad de vida de las sociedades en su vida cotidiana.
¡Eso es!, no soy un diseñador, soy un jardinero, y esta vez me quedo con una certeza dulce y tranquila.