Existen dos características fundamentales e inherentes que hacen al hombre un ser único sobre las demás especies de este planeta, y cada ser humano las posee desde su nacimiento: el lenguaje y la capacidad de diseñar. Estas dos características han hecho que ese homo sapiens alguna vez cavernario cubierto de pieles, de platillos exóticos como tiranosaurio al mojo de ajo o velociraptor al volcán, se transformará en lo que somos ahora, homo sapiens con iphones, tablets y papel de baño con doble hoja (260 mil años para esto).
La primera característica es el lenguaje; por medio de éste el ser humano ha desarrollado signos, símbolos, escritura, señales, en fin… comunicación -para no aburrirlos con Saussurre, Peirce o Barthes-, y por medio de ella generar cultura; recordemos que todo lo que el hombre produce o expresa de manera colectiva es cultura. La capacidad de articular mensajes individuales y colectivos hace que esta característica se vuelva única e imprescindible para llamarse ser humano. Manejar el lenguaje permite acumular, preservar y transmitir a generaciones posteriores ideas, conocimiento, procesos y valores.
La segunda característica que se tiene de origen es la predisposición a diseñar, entendiéndose por diseñar como la capacidad de proyectar o prefigurar, en tanto instancia técnica, material y constructiva. El proyectar es un acto de planificar actividades, prever sucesos o adelantarse a hechos de manera razonada y consciente, puede ser mediante herramientas, técnicas o habilidades. Esta capacidad de diseñar se ha mantenido constante, sin embargo sus medios y métodos se han modificado en relación directa con los cambios tecnológicos, económicos y culturales.
Es decir, de los 7 mil millones de habitantes –más los que afortunadamente intentan gestar en estos momentos- tuvieron, tienen y tendrán el lenguaje y el diseño como características adquiridas que lo diferencian como especie y que han logrado que se imponga torpemente sobre las demás. Produciendo con esta dualidad un corte radical e irreversible con el mundo “natural”, el mundo de la zoología del cuál proviene, -claro, si usted cree en la teoría evolucionista-.
El ser humano (no utilizo la palabra “Hombre” por equidad de género) es arrojado al mundo, frágil, indefenso, desnudo, sólo por medio de su capacidad de articular y desarrollar ideas ha llegado a sobrevivir -aunque sea uno del otro- desde el inicio de los tiempos. El diseño, y quiero dejarlo claro aquí, debe ser reivindicado como el oficio más antiguo del mundo y no la prostitución como algunos entusiastas de tan lúdica actividad enarbolan.
Antes de cualquier labor, oficio, disciplina, carrera o ciencia que usted guste proponer lo primero que moldeó al ser humano para su desarrollo fue la intención de pensar, de proyectar mentalmente el futuro, para acto seguido proyectar ese futuro materialmente.
Así esta especie tan orgullosa de sí misma que hasta creo a Dios a su imagen y semejanza, -parafraseando a Nietzsche- encontró en la proyección y el lenguaje su propia trascendencia universal, moldeo el barro, esculpió la piedra, soplo el vidrio, fundió el metal, alieno el plástico y ahora crea materiales “inteligentes”. En este devenir de nuestra especie, el lenguaje ha sido la directriz del progreso y el diseño el eje palpable y material de la teoría, el motor detrás de las civilizaciones medidas por su capacidad proyectual, su refinamiento, el límite de la idea y finalmente su concreción.
Pero ¡ojo!, el diseño desde el siglo pasado lo han convertido en disciplina académica que pareciera especialidad sectaria y cupular de humanos tocados por las musas de la creatividad, la brillantez y lo místico. El diseño es innato en el contador, el ropavejero, carpintero, latonero, albañil, arreador de ovejas, bolero, vendedor de chaskas, doctor, minorista de pañales, carretillero, ingeniero, portero de cabaret, cacharpo, fabricador de jaulas, vendedor de raspados, licenciado, franelero, escritor, verdulero, mandadero, vendedor de guayabas, acordeonero, serenatero, estilista de reggaeton , físico nuclear, fotógrafo de bautismo, cura, consolador de legendarias, presidente (bueno en algunos casos escasos), voceador de periódico, vendedor de tintes, llantero, mecánico y danzonero, cualquiera puede diseñar.
Ahora justo usted, cuando cierre este diario y lo doble a la mitad para colocarlo cómodamente en el bolsillo posterior de su pantalón, bolso o en la guantera de su automóvil mientras piensa en las reparaciones de éste, en la comida, la escuela de los niños, la insatisfacción crónica del género al cual acorteja, la política pública, el clima, la extinción de las especies, la danza folclórica, el futbol y este fin de semana, lo que usted está haciendo es proyectar para posteriormente Diseñar. Aunque si cualquiera puede diseñar, habría que preguntarnos: ¿quiénes son y qué es lo que hacen los diseñadores?